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Ésta era la muerte,
entonces.
Este jadeo en pos del aire,
la mano que se estira
en busca de la luz.
Hay cierta belleza
en la afilada línea
que dibuja
la urgencia
en los huesos.
La muerte pule
a los cuerpos
como el mar
a las piedras.
Si se lograra,
por un instante,
despojarse
de la vanidad de la tristeza,
se podría observar
que jamás
esos ojos que se extinguen
tuvieron tanta luz.
De "La hija del pescador" - La Magdalena Editorial - 2016