Imagen: NarrativaBreve.com - blogger.
Velatorio, de Piquico. Óleo sobre tabla. 95 x 65. Fuente de la imagen
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Esta sala es una isla
Cada hombre que llega un oleaje
y trae espanto
todo es magnético
tiende a ceder, se precipita
Peces siniestros aguardan
ver su bocado
los veo jurar, maldecir, apiadarse
repartirse las vísceras del padre
vigilar un botín
beber un sorbito de su propia extinción
salpicar al que llega
Hay una entrada inmoral, televisiva
Ciegos cruzan llevando un clavel
todopoderosos con rabia
entumecidos en andas
creyentes sin pulso
pastores afónicos niños con el estómago revuelto
piden un médico, piden wifi, piden aliento
preguntan hasta cuándo
Alguien tose, palidece, se extravía
se quita las pelusas del saco
espía el fútbol
otro fija su mirada en el parqué
cae al agua hipnótica de la negación
Se desencadena una pelea por un ramo
se empantana el auto del sobrino
Se corrobora el ausente, se lo arroja
al fuego de la destrucción
Hay un cínico intercambio de vanalidad
-Ignacio cambió la voz
-ampliamos el living
-jamás recibiste la postal de Beijing
-granizó cerca de casa
Se reparten la desdicha
Los mortificados deambulan,
los machos hombrean la rabia,
las mujeres reparten café
los neuróticos llevan y traen parientes
Gatillan palabras o se las tragan
Tienen chistes, odio y equipaje
Como animales constipados dormitan esparcidos
de vez en cuando abren un ojo,
ponen una patita en otro pecho
se cubren de la fría acusación
trepan la montaña del remordimiento
hunden los talones en el barro del consuelo
entregan envuelto un dinero,
compran yogurt
giran llaves, piden saldos,
cómo fue, cuándo fue, dónde estuve?
una colilla apagada se levanta y se vuelve a encender
una y otra vez, una y otra vez se renueva el sentido,
una y otra vez vuelan en círculos
alrededor de un tigre que bosteza
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