Imagen: Aron Wiesenfeld |
a la memoria de mi entrañable amigo el
poeta Adolfo Zutel
Estuvo aquí la
maldita
toreando con su
paño negro
Estuvo como siempre
ha estado
sombra de nuestra
sombra
Estuvo aquí la
maldita y no pudo
por eso sacó boleto
de ida
No pudo aquí no
pudo
Esperó le afloró la compasión
al ver el gozo bajo
la higuera y la parra
Se conmovió la
maldita con los acordes del piano
se fugó en la melancolía
del teclado
Se vistió de carbón
encendido
Se embriagó con un
brindis amistoso
con un vino
desconocido por ella
Por cinco días se
olvidó la maldita
se olvidó de sí
misma
Vivió la
maldita vivió gozó
Dobló su paño negro
Viajó a la
precordillera y un poquito al sur
Hasta cantó la
maldita nuestro himno nacional
Se dejó seducir por
el amor
Olvidó su paño
negro
Comió higos dulces
muy dulces
se dulcificó la
maldita se hizo niña
Sentada en sillón
de mimbre jugó con los gatos
adoró al sol escuchó versos
Se amigó con la
vida
Estuvo aquí la
maldita
llegó altiva
toreando en vuelo de primera clase
y no pudo
por eso sacó boleto
de ida
sin vuelta
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