PONENCIA PRESENTADA
1-ANIMALES CELEBRES
DE LA HISTORIA Y LA LEYENDA.
No escribo sobre
animales.
No leo lo que tenga que
ver con animales.
No tengo mascotas.
Y aquí estoy, por obra
y gracia de las temáticas elegidas, tratando el tema de los animales famosos en
la literatura y en la historia.
Ya desde la antigüedad
encontramos referencias a centauros, sirenas y minotauros, nacidos de la fusión
del hombre y el animal. Los encontramos en mitos, en relatos fantásticos y –
más próximos – en las fábulas creadas por célebres maestros de la pluma: Esopo,
Samaniego. En la literatura hispanoamericana contemporánea: Augusto Monterroso
(La oveja negra y demás fábulas.
1969).
Dice Aquiles Nazoa en su inolvidable credo: “Creo en el perro de Ulises, en
el gato risueño de Alicia en el país de las maravillas, en el loro de Robinson
Crusoe, en los ratoncitos que tiraron del coche de la Cenicienta, en Beralfiro
el caballo de Rolando, y en las abejas que labraron su colmena dentro del
corazón de Martín Tinajero (…)”
Y me vienen a la
memoria también Moby Dick: este enorme y peligroso cachalote blanco se
convirtió en inmortal tras la publicación de la novela homónima por parte del
escritor estadounidense Herman
Melville en 1851. La novela ha dejado principalmente dos personajes imborrables
para la historia de la literatura: la propia Moby Dick y el indescifrable capitán Ahab.
Hay que señalar que Moby Dick está basado en un cachalote albino real,
llamado por los balleneros de la época Mocha Dick, que después de docenas
de escaramuzas con navíos de varios tamaños fue finalmente abatido en 1838
frente a las costas chilenas. A esta ballena real se une otro hecho
contemporáneo a Melville, el de un barco ballenero, el Essex, que sostuvo una épica batalla con un
cachalote en 1820, yéndose finalmente a pique.
Otro animal ficticio es Shere Khan, el tigre protagonista de varios
cuentos de Rudyard
Kipling. Fue él el que, tras hostigar a los padres de Mowgli, hizo que éstos perdieran al pequeño
humano, que sería después recogido por una pareja de lobos, que le dieron ese
nombre debido a su carencia de pelo (Mowgli significaría
literalmente “La rana”). Shere Khán, en la obra de Kipling, es un tigre de Bengala lisiado (sufre
de una cojera que lo convierte en algo menos temible y en un rival aceptable y
no imposible para Mowgli en su adolescencia). No es el único animal de “El
libro de la selva” (o “El libro de las tierras vírgenes”) que es
notablemente famoso: también hay que señalar a los dos lobos que ejercen de
padres del niño, Ramma y Raksha, al
jefe de la manada de lobos, Akela, al oso Baloo, la pantera Bagheera o
la serpiente Kaa.
Otros muy famosos son: el fiel caballo de Don Quijote, Rocinante, un corcel que, aunque en palabras del
caballero andante era “mejor montura que los famosos Babieca del Cid y
Bucéfalo de Alejandro Magno“, al parecer no era más que un saco de huesos
no mucho mejor que el asno en el que viajaba el pobre Sancho Panza.
Platero, ese burro imaginado por Juan Ramón
Jiménez, ha dado lugar a uno de los inicios más conocidos de la
literatura hispanoamericana:
“Platero es pequeño, peludo, suave; tan
blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los
espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal
negro. Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia tibiamente, rozándolas
apenas,las florecillas rosas, celestes y gualdas. Lo llamo dulcemente:
¿Platero?, y viene a mi con un trotecillo alegre, que parece que se ríe en no
sé qué cascabeleo ideal”.
Platero inspiraba ternura, y muchos
nos emocionamos con él en la infancia. Y en esas épocas otro animal imaginario
nos provocó terror: el sabueso gigante de los Baskerville, un perro de tamaño descomunal que
parecía estar al cuidado de una maldición centenaria (Arthur Conan
Doyle).
Todos los animales mencionados comparten el
papel estelar con los humanos. Hay un libro en donde los animales son los
protagonistas principales: “Rebelión en la
granja“, la obra de George Orwell, en donde los humanos sólo aparecen en un segundo plano.
Haré mención a los Bestiarios.
El más famoso: el libro de cuentos de Cortázar publicado en 1951. “Todo un clásico de la ficción breve
hispanoamericana. Allí lo animal excede la representación naturalista y
descriptiva de los bestiarios medievales para transfigurarse en ese elemento
extraño e inquietante que irrumpe en medio de una aparente normalidad”.
En 1957 aparece también
el Manual de zoología fantástica, uno de los libros menos conocidos de Jorge
Luis Borges; y un año después, otra auténtica joya: Bestiario, de Juan José
Arreola.
Entre las leyendas con
animales de nuestro país es posible mencionar: 1) La leyenda norteña del cacuy, nombre quechua de un pájaro que en guaraní llaman urutaú o guemicué:
Dicen que había un
muchacho que tenía una hermana muy mala y vivían solos en una casita en el
monte. El hermano le traía todo lo que le hacía falta para la casa, leña,
comida, miel y otras cosas que ella aprovechaba. Pero ella lo hacía sufrir
peleándolo por cualquier cosa. A veces le derramaba las comidas y lo dejaba sin
comer.
Hasta que un día, el hermano, cansado de ella,
para desquitarse y darle un castigo, la invitó a que fuesen a sacar miel de
unas abejas que tenía en la coronita de un árbol muy alto. Se fueron al monte
donde estaba el árbol y como ella quería sacar primero la miel, subió por
delante, y cuando estuvo en la punta buscando la casita de las abejas, su
hermano se fue bajando y cortando todas las ramas, para que ella no pudiera
bajar. Cuando llegó al suelo se largó corriendo y dejó sola a su hermana arriba
del árbol.
Entonces ella, al encontrarse sola, empezó a
gritarle a su hermano, pero él no le hacía caso, hasta que fue llegando la
noche. Y entonces le empezaron a brotar plumas hasta convertirse en pájaro y se
convirtió en cacuy. Y éste pájaro se llama así porque dice clarito ¡Cacuy!,
llamando a su hermano.
2) El lobizón: También llamado lobisón, lobisonte o lobisome, es el
séptimo hijo varón de una prole exclusivamente masculina (la séptima hija
mujer, menor de siete hermanas, será asimismo una bruja), quien los días martes
y viernes, sobre todo de los meses impares, sufre una escalofriante
transformación: de ser un hombre alto, escuálido, de aspecto negligente y
fuerte hedor, deviene una cruza entre perro y lobo, siempre de color oscuro
como las tinieblas, que se alimenta de carroña, excrementos, carne de niños y
de mujeres jóvenes (por alguna razón, parece sentir poco apetito por los
adultos).
El lobisón extiende sus dominios por las
provincias de la Mesopotamia argentina (Entre Ríos, Corrientes y Misiones,
ubicadas en el sector noreste del país), así como también partes del sur del
Brasil. La única defensa contra el lobizón son las armas, blancas o de fuego,
pero bendecidas. Si es herido, se arrastra hasta su cubil, en el que se
desangra y muere tras recuperar su forma humana.
3) La mulánima: Una mula provista de ojos de
bella mujer, es el espíritu encarnado de una dama que ha cedido a la tentación
de tener amores prohibidos con un sacerdote o un pariente cercano, y por ello
ha sido castigada a vagar por la tierra como animal de carga. Es también
conocida como mula ánima o ánima mula. Se la ve transitar los caminos del
centro y noroeste del país.
La mirada de la mulánima puede ser fatal:
basta un roce con sus ojos para que un varón se sienta perdidamente enamorado
de la bestia y la siga a todas partes, descuidando familia, apariencia y pudor,
incluso llegando a desaparecer para siempre. Dos son los métodos para librar a
la infortunada de su maldición y para evitar que siga cometiendo estragos: uno
de ellos es molerla a palos hasta que la metamorfosis se revoque,
convirtiéndola de nuevo en mujer. Otro es rebanarle un pedazo de oreja (algunos
dicen de crin) con un cuchillo, lo que deshará el encantamiento
instantáneamente. Los valientes que intenten llevar a cabo la hazaña deberán,
no obstante, ser advertidos de un grave peligro: el poder de la seducción de la
mujer que ha trascendido la maldición es tan fuerte como el de la mulánima, y no
es inusual que quienes hayan operado el desencantamiento queden prendados de la
mujer que hasta instantes fuera un monstruo y es ahora una beldad.
4) El huaillepenyú: Divinidad de la niebla,
habita en las orillas de los ríos y lagos y en regiones cercanas a la costa
marítima. Se lo cree un ser masculino al que se representa con cuerpo de
carnero o de macho cabrío, cabeza de terno y parte posterior de foca. No es imposible
que su leyenda esté relacionado con la de las sirenas. Ha sido visto también
ostentando cuerpo de foca y patas de carnero, aunque pequeñas y atrofiadas, de
modo de verse esta criatura en la obligación de reptar para movilizarse. A
pesar de poseer esta primitiva forma de locomoción, el huaillepenyú es
considerado un ser de desplazamiento ágil.Se cree que es nocturno, y entre sus
hábitos se cuenta una curiosidad: se acopla con animales domésticos que viven
en las cercanías de las casas, de modo que éstas quedan preñadas y más tarde
dan a luz a entidades deformes y de aspecto espantoso, gracias a las que se
deduce la visita del huaillenpeyú.
5) El piguchén: También conocido como pihuchen
o pihuechengú, se trata de una suerte de serpiente cubierta de plumas, al que
se ha divisado en ocasiones poseyendo dos cabezas de ofidio. Dadas sus dos
naturalezas, es capaz de convertirse a voluntad en un ave similar a una gallina
o en una rana o sapo de mirada penetrante, similar al basilisco. Es
eminentemente nocturno, y vuela sobre los poblados emitiendo un chillido
peculiar que pone sobre aviso a los habitantes del lugar, ya que el piguchen es
considerado un hematófago (es decir, se alimenta de sangre, animal o humana),
por lo que los rastros de ese elemento dejados sobre la corteza de los árboles
o sobre los pastos se deducen como obra suya.
6) El chonchón: Asimismo llamado chonchonyú,
se trata de otra criatura voladora de hábitos vampíricos, pero mucho más
pequeña que el piguchen, ya que no pasa del tamaño de una paloma, pero su
rostro es humano. Se lo considera una creación maligna de quienes se dedican en
la zona patagónica a la brujería. Movidos por el pago de parientes celosos o de
enemigos, los brujos envían a sus chonchones a chupar lentamente la sangre de las
víctimas durante el sueño, y así las personas van pereciendo en forma
paulatina, desmejorando día a día, lo cual alerta a los allegados sobre la
probable visita indeseada y nocturna del chonchón.
7) El kéronkeuken: También conocido como
kéronkenken o kérol kenk, es una enorme ave de cola larga y negra y pico
fuerte, el cual es indistintamente descrito como un águila, un cóndor o una
lechuza, hasta el extremo de considerárselo un potro con alas. Es producto de
la hechicería y sirve como espía o mensajero de brujos. Se lo asocia al
chonchón, no por hábitos vampíricos, que no los posee, sino por su capacidad de
absorber la energía vital de los habitantes de las casas sobre las que vuela
por las noches por encargo de sus amos. Al contrario del chonchón, cuyo
mortífero trabajo es lento, el kéronkeuken puede llegar a enfermar a su víctima
por la mañana y hacer que muera por la tarde. A diferencia del piguchen, que
emite un chillido alertador y desagradable y manchas de sangre a su paso, esta
criatura no ofrece rastros, por lo que se advierte su presencia, en muchas
ocasiones, cuando ya es demasiado tarde.
En síntesis: ¿Cuál es
la importancia de las leyendas y las historias?
Desde los principios
de la Humanidad el hombre ha
sido influenciado por el entorno o el mundo que lo rodea, dejando registros de
lo que veía. Esto dio inicio a lo que posteriormente fue la Tradición y Cultura de una población
determinada, y comenzaron los planteos y la búsqueda de explicaciones a los
distintos hechos que acontecían, y fue así que comenzó a brindar una creencia,
buscando explicación a los fenómenos de la vida cotidiana.
Dando origen a los Mitos y Leyendas. Relatos
buscaban brindar una respuesta a lo que todavía la ciencia no había podido
explicar con precisión.
Expresan los deseos, los anhelos, los temores, los ideales y sueños que
son parte de la visión global que tiene ese pueblo de su propia historia y de
sus relaciones con la naturaleza.
Cuando se hacen estudios históricos, etnográficos, sicológicos,
sociológicos y geográficos es necesario recurrir también a la leyenda para ver
cómo la colectividad percibe su forma de ser y su medio.
Las leyendas contienen, en la mayoría de los casos, un núcleo
histórico. Éste se decora con episodios imaginativos que le dan un sabor único
e irrepetible. Por su naturaleza oral, la leyenda se transforma a través
del tiempo. Estos cambios suelen ser causados por
malas interpretaciones, exageraciones o simplemente que la leyenda
haya sido modificada por la persona para hacerla más interesante o
entretenida.
La importancia de las leyendas recae en el hecho de que logran unir
a las personas a través de palabras misteriosas y recuerdos de fantasmas.
Formando así un lazo inquebrantable tanto entre quienes las
dicen como quienes las escuchan. Estos últimos después contarán la
historia y crearán un lazo entre la persona de quien la escucharon ellos y
quienes ahora la escuchan. Más de una persona puede recordar cuando su
padre les contó “la leyenda que le contó su abuelo, quien la escuchó de
su bisabuelo…” De esta manera, los que escuchan las leyendas se
empapan en su cultura y reciben sus lecciones incluso cuando la persona que
originalmente contaba la leyenda no se encuentra en el reino de los vivos.
Las leyendas y las historias brindan un lazo que sirve para conectar
a los personas con su tierra y su origen. Ayudan también a recordar
su pasado, ser consciente de su presente y del futuro incierto.
BIBLIOGRAFÍA
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